MultiDiálogos
LA
VISTA
(páginas 28 - 32)
Pepita
Turina
PTurina.—LA
VISTA es el sentido más ávido. La pupila del ojo se
dilata o se contrae in-vo-lun-ta-ria-men-te
por lo que gusta o disgusta. El hombre tiene cerebro
óptico. Los gestos, los ademanes, la mímica, las expresiones
de lo movible y de lo fijo, el contorno, los relieves,
las contexturas, las formas, las líneas son de la
visualidad. El sueño es óptico. Dormidos soñamos sucederes
ópticos, soñamos imágenes. Ansioso de ver el hombre
amplió la capacidad de sus ojos, hizo visible lo invisible,
con el telescopio acercó lejanías, con el microscopio
agrandó lo pequeñísimo. El sentido de los viajeros
es la mirada. Tal vez sea el único sentido viajero.
Se viaja con máquinas fotográficas para duplicar la
mirada, fijar el tiempo y mostrar o vivificar lo que
se ha visto.
MarioCarreño.—Se
ha demostrado que más del 80 por ciento de la percepción
humana es visual.
PTurina.—Las
artes visuales correspondientes al arte de la forma
conquistaron la escultura, la pintura, el dibujo,
la arquitectura. La intensidad absorbente de los ojos
humanos, estereoscópicos, revelan en colores, en fracción
de segundos las imágenes en el cerebro. El Dr. Potts
tomó fotos microscópicas electrónicas de un nervio
óptico humano, las entregó a una computadora, y después
que esta máquina estuvo trabajando ocho horas, su
informe fue que el mundo visual es conducido a nosotros
a través de 2 millones 400 mil conductos...
JoséOrtegaYGasset.—Bajo
el arco de las cejas, como tras la boca del escenario,
párpados, esclerótica, pupila, iris integran una maravillosa
compañía de teatro, que representa maravillosamente
el drama y la comedia de dentro. Es inconcebible que
no se haya hecho aún —que yo sepa— el vocabulario
de la mirada, que no se hayan clasificado los modos
de ella. La mirada recta y la de través, la mirada
prensil que llega al objeto y queda con él agarrada,
y la mirada blanda que resbala sobre su forma sin
prenderla, en un deslizamiento de caricia. La mirada
que mira más allá de lo que mira, y la otra, corta,
que parece no llegar a su superficie. La mirada indiferente,
la intensa, la vaga. La mirada voluptuosa y la reflexiva,
la clara y la turbia, etc., etc. Se comprende que
sea la mirada, de las porciones visibles del cuerpo,
la más rica en poder expresivo. En el aparato ocular
intervienen el mayor número de músculos pequeños sumamente
sensibles, que obedecen a las menores presiones del
ser íntimo.
PTurina.—Se
“habla” con los ojos. La mirada es entregadora: declara
el secreto de los demás sentidos, de los sentimientos,
de las emociones, de las intenciones. Por la mirada
y no por el oído escuchador sabemos del agrado o del
tedio de quien escucha. El alma se refleja en los
ojos, decimos. De ningún otro órgano somos capaces
de afirmar que refleja el alma.
JohnKordLagemann.—Generalmente
sólo vemos lo que esperamos ver, y se nos escapa lo
que está efectivamente presente en lo que vemos. Si
pintásemos árboles, ¿qué color daríamos a los troncos?
Nueve de cada diez personas elegirían el ocre y el
negro. De hecho, los troncos de los árboles son purpúreos,
grises, verdes, amarillentos; puede decirse que de
cualquier color, menos ocre y negro.
PTurina.—A
pesar de las equivocaciones, el color es una realidad
de la mirada.
RudolfArnheim.—Los
aspectos que el ojo capta no son topográficos solamente.
En el campo visual hay más elementos que los que estimulan
la retina.
PTurina.—Desde
las iglesias, como el centro del sol que emite rayos,
un ojo vigila. Es EL OJO DE DIOS. También fuera de
las iglesias persigue. La mirada de Dios, por ser
omnividente es anatema. Cohibe más el que nos vean
que el que nos oigan. Solamente cuando miramos decimos
conocer. “No le conozco”, aseguramos mientras la presencia
física no se ha mostrado ante nuestros ojos. Los testigos
son oculares. Ser testigo es haber visto más que haber
oído. “Dios se lo pague”, dice el pordiosero a quien
se le da limosna, como que Dios “ha visto” nuestra
ayuda.
LuisGudiñoKramer.—Hay
personas a quienes se atribuye una mirada fuerte,
que sin, mala intención, pueden ocasionar el mal.
Esas personas cortan el dulce de leche con sólo mirarlo
mientras lo están haciendo.
PTurina.—Los
ojos del magnetizador, los ojos del hechicero. Las
miradas que nos salvan o nos pierden.
Paracelso.—Si
una bruja desea hacer mal de ojo a un hombre, dirígese
al lugar apropiado para acecharlo. Tan pronto como
él se acerca mira ella en el espejo envenenado y a
continuación, una vez que lo ha ocultado lanza sus
miradas sobre el hombre. La acción del veneno pasa
del espejo a sus ojos y de éstos al hombre.
PTurina.—El
veneno de las conquistas amorosas continúa pasando
sin espejo hacia los ojos que se prenden a la mirada
del otro. Nos sentimos inseguros sin ver. Cuando vemos
elegimos la ruta y salvamos obstáculos. Los ojos propios
nos protegen, nos defienden, los ajenos nos capturan,
nos erotizan, nos lastiman, nos aceptan. nos desaprueban,
nos atraen, nos rechazan. Las pupilas responden también
a hechos no visuales. Los biólogos han dicho que anatómicamente
el ojo es una prolongación del cerebro. El miedo y
la alegría varían la expresión de la mirada. Mientras
el hombre trata de resolver un problema las pupilas
se dilatan y cuando encuentra la solución vuelven
a sus dimensiones normales. Los iriólogos aseguran
que en el iris se marcan enfermedades de cualquier
órgano de nuestro cuerpo. Los ojos son los reflectores
completos del ser: tanto íntimos como físicos. Los
ojos lloran, y no por lo que ven, más por otro tipo
de emociones.
AlexéiLeonoy.—En
el espacio cósmico, al salir de la nave, desaparecen
los sentidos táctiles y musculares relacionados con
el contacto con determinados objetos y superficies
de apoyo en la cabina de la nave cósmica, ninguno
de los analizadores, a excepción del óptico, permite
al hombre orientarse en el espacio extraterreno.
PTurina.—Hasta
en los espacios extraterrenos la mirada indaga y orienta.
La extrospección de la mirada, que ve mejor lo ajeno
que lo propio, percibe a inconmensurables distancias,
siendo que también da a conocer la intimidad y el
quehacer cotidiano en la ínfima puntada de una aguja.
Su jerarquía es la más alta, la más vasta. Fácilmente
y con flexibilidad nos da en tiempo breve y con el
menor esfuerzo la conciencia de la realidad.
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