MultiDiálogos

ES “LETRA” DE MUJER
(páginas 123 - 131)

 

Pepita Turina

PTurina.—ES “LETRA” DE MUJER, decimos al recibir una carta. Es “voz” de mujer, aseguramos al escuchar una palabra, una canción. Es “andar” de mujer, opinamos, al sentir unos pasos. Es mujer, manifestamos al saber de una conducta característica. No nos parecemos física ni psicológicamente a los dueños de la guerra, la política, las finanzas y las máquinas. No sentimos, actuamos ni pensamos como los hombres. En nuestro respirar consumimos menos oxígeno, nuestras cuerdas vocales son más cortas, nuestra piel es más suave, nuestra fuerza muscular más débil. Mal soportamos las intemperies, eludimos las marchas forzadas y los pesos excesivos, los riesgos de los campos de batalla no son para nosotras. Los hombres constructivos y destructores, viven apremiados por tener un puesto en los asuntos mundiales. No pertenecemos a la legión de inventores y sabios atómicos, a los aventureros terrestres y espaciales. Para iluminar sus noches la mujer enciende lámparas incandescentes—uno de los 1093 inventos que patentó Edison—. Ea la enciclopedia las mujeres sobresalientes son fáciles de contar, mientras que los hombres’ ¡oh! para qué descorazonarse. Nuestras condiciones no son para enciclopedias. A treinta y tres escritores chilenos se les ha otorgado el Premio Nacional de Literatura y sólo a dos escritoras. Si muchas más lo merecen, injusticia, si dos nada más, notoria inferioridad en número y calidad de competición. En todos los países del orbe sucede lo mismo. Sucede con los premios nacionales e internacionales. En la suma de las categorías del Nobel lo han recibido cientos de hombres y poquísimas mujeres. Quizás unas cuantas creyeron que en 1975, Año Internacional de la Mujer, alguna se haría acreedora a ese galardón. No fue así. La mujer de hoy se ha superado en el ejercicio del quehacer literario y, sin embargo, a comienzos de este siglo, en menor espacio de tiempo más mujeres recibieron este premio.

FrancoiseParturier.—Ellos gobiernan con sus atributos varoniles, ladrones del universo femenino del que se han apoderado dejando a las mujeres el fastidioso dominio del hogar, de la intuición (la razón es masculina), de la frivolidad y del sentimentalismo. Los grandes y bellos amores son privativos de los caballeros, al igual que la composición musical, el arte a gran nivel, la filosofía, la cirugía-arte y miles de otras acrobacias parecidas, donde los únicos que pueden saltar alto y piruetear son los seres humanos de sexo masculino.

PTurina.—Para aprender a pensar; recurrimos a los filósofos, para aferrarnos a una religión a los teólogos, para documentarnos en historia a los historiadores, para todos los problemas serios de la vida y también para el humor. Hasta para peinarnos preferimos a los peluqueros. Y son “ellos” los que han ideado nuestras pelucas, nuestras tinturas, nuestros bucles permanentes y hasta los guisos que nosotras domésticamente practicamos en las cocinas.

Nietzsche-—Jamás la mujer ha concedido profundidad, a un cerebro de mujer ni justicia a un corazón de mujer. ¿Y no es verdad, que, en resumidas cuentas “la mujer” ha sido despreciada por las mujeres y no por nosotros?

PTurina.—Isabel de Inglaterra, Catalina la Grande de Rusia, y tantas otras reinas, del pasado y del presente, nos mirán  con sus poderes “heredados”. Con el voto político en manos de los, electores y de las electoras, escuchemos bien, e le cto ras, la más alta magistratura de las naciones continúa esfumada para las mujeres. ¿Dónde está la elegida Presidenta de la República? María Estela Martínez de Perón, en Argentina, llegó al sillón presidencial porque s u  m a r i do así lo quiso. Bien pronto fue derrocada, cuando s u  ú n i c o elector había muerto.

RalphLinton.—De hecho, en todas las sociedades, las verdaderas funciones de gobierno están al cuidado de los hombres. Es dudoso que exista sociedad alguna dominada por mujer.

PTurina.—En la pareja la mujer es reina sin reinado. Siempre es súbdito; con voz capaz de disentir y de expresar de mil maneras su disentimiento, pero súbdito.

MarxFrisch.—Es una tontería que una mujer pretenda ser comprendida por un hombre; el hombre quiere que la mujer sea un misterio para entusiasmarse y excitarse con su propia incomprensión. El hombre sólo se escucha a sí mismo; por eso la vida de la mujer que aspire a ser comprendida por los hombres no puede ser más que un fracaso. El hombre se considera el soberano del mundo y en la mujer sólo ve su propio espejo. El soberano no está obligado a aprender el idioma de sus súbditos pero la mujer sí está obligada a aprender el idioma de su señor.

PTurina.—Casi todos los hombres creen que la mujer está hecha para servirlo. Los menesteres hogareños disminuidores, rutinarios, monótonos, la señalan como una Reina del Hogar, coronada por una olla en la cabeza y una escoba por cetro. “Labores del sexo” ¿no se designaba así la profesión no-profesión de la mujer, hasta para abrir una cuenta bancaria? ¿Es “labor del sexo” no dormir porque el marido no duerme, no tener derecho a hablar porque Él necesita silencio, no pensar, porque “con uno que piense basta” y cambiar su apellido por el de él, haciendo visible que somos de su propiedad? Señora de...

MiguelÁngelAsturias.—La mujer es pájaro que no se aviene a vivir sin su jaula.

PTurina.—Su jerarquía está hecha para la cadena que perpetúa la especie. Mucho menos rebelde que lo que la creen, de lo que se cree, cuando se trata de elegir entre ser Gerente de Banco o la mujer del Gerente, no vacila en la elección; Quisiera lo uno y lo otro; poderes profesionales, poderes políticos, pero renuncia a "lo otro" cuando se le exige la preferencia y se queda con lo que para  ella sigue siendo primordial: el marido, el hijo. Es una desventura para la mujer poseer facultades que la impulsen hacia actividades en las que obtiene menguadas satisfacciones. Desde su excepción la ingeníera estadounidense Beatrice Hicks, especialista en “medidores ambientales”, esos delicados instrumentos que controlan los gases, sonidos y radiaciones de aviones, satélites y proyectiles,  marea con cifras desconocidas a todas aquellas que suman y restan los sentimientos y sólo viven la irradiación de su esencia femenina.

OrtegaYGasset.—La psique masculina, en general, tiene la estructura menos solidaria y compacta que la femenina, o, dicho de otro modo, el hombre suele estar formado por varías provincias íntimas que apenas se comunican entre sí. Su vida política, por ejemplo, no tiene conexión alguna dentro de él mismo con su vida sentimental o profesional. El alma femenina está más reunida consigo misma, y por eso, aunque en general su volumen es menor que el del alma varonil —de aquí la mayor rareza de la magnanimidad en la mujer y la mayor frecuencia de pusilanimidad—, su sensibilidad es más profunda y vigorosa. La mujer está a la vez en todas las regiones de sí misma, y su modo de reaccionar es casi siempre, total.

PTurina.—La vida privada es la de la mujer. Tiene el poder superlativo para los asuntos  privados. Su sentido de observación está aguzado para los detalles y su cuerpo hecho para el proceso de la gestación. Paseando por París, al visitar la tumba de Napoleón, ante nosotros no se desplegará su amplitud histórica. Nos acordaremos más de Josefina, de sus mujeres, de sus amantes, de su hijo, de sus cualidades y fallas íntimas. No es que seamos tontas ni empequeñecedoras. Somos mujeres, y nada más. Es nuestra biología la que reduce él cosmos a unos ojos, a unas pestañas, a una frase. Poseemos la ciencia del reducidor. Llevamos a nuestra intimidad cuanto nos toca conocer. Somos fieles a nuestro destino.

ErnestoSábato.—Las cualidades que más admiro en una mujer son las inversas a las que admiro en un hombre. En suma, creo en la diferencia entre un hombre y una mujer. La importancia de la mujer en la literatura está en la medida en que expresa ese mundo tan sutilmente distinto del masculino que le es propio.

PTurina.—Nada irrita más a las escritoras, en general, que oír este juicio: “escribe como mujer”, ya que eso significa que escribe mal, porque cuando se considera que lo hace bien se dice: “escribe como hombre”. Que se diga es c r i be  c o m o  h o m b r e para significar que se tiene fuerza y valor literario es objetable, pero “literatura femenina” y “literatura masculina” son clasificaciones.

MartaBrunet.—No hay poesía femenina; hay solamente poesía.

PTurina.—Escribir como mujer es identificación. La poesía es más delirio que razonamiento, y los temas, más que el estilo, delatan a la mujer. La literatura femenina más confidencial, subjetiva, íntima, abrió el equivocado juicio de que la obra femenina es buena o mala, según el grado de acercamiento o alejamiento en que sé halla respecto de la del hombre. Nada me irrita oír: “escribe como mujer”. ¿Por qué me he de indignar que se transparente mi femineidad? Podría indignarme por lo contrario. Muchas mujeres sobresalientes carecen de las condiciones que se pregonan para ser "valiosa” mujer. La polaca María Sklodowska encontró un compañero de su misma preocupación científica —Pierre Curie— que toleró la comida que se hacía sola. Se cocinaban lentejas a fuego lento y como resultaran, mientras ambos investigaban en el laboratorio. Ningún guiso sabroso se habrá hecho en esa casa donde había poco dinero y poca dueña de casa. Cambiaron las desabridas lentejas por el descubrimiento del radium, el Premio Nobel y la inmortalidad. Para las mujeres contadas en el grueso, en el centenar, en el millar de las características femeninas, las excepciones no cuentan.

GeorgeSimmel.—La cultura humana, aún en sus más depurados contenidos, no es asexuada. No por negativa hemos de figurárnosla situada allende la diferencia entre varón y hembra. Nuestra cultura, en realidad, es enteramente masculina, con excepción de muy escasas esferas. ¿A qué es debido este carácter masculino de nuestra  cultura? ¿Proviene acaso de la esencia íntima de los sexos, o de una prepotencia de los varones, sin relación intrínseca con los problemas de la cultura? Queden por el momento incontestadas estas preguntas. En todo caso, puede decirse que la masculinidad de la cultura es la causa por la cual suelen desestimarse por “femeninas” las producciones insuficientes en las más variadas esferas y ponderarse por “varoniles” los hechos o creaciones notables de algunas mujeres. Por eso, la índole misma —y no sólo la cantidad— de nuestra labor cultural solicita las energías varoniles, los sentimientos varoniles, la intelectualidad varonil.

PTurina.—En experimentos hechos entre hombres y mujeres, tratándose solamente de la mirada, se han notado diversidad de reacciones. Un informe dice: “frente a la fotografía de una muchacha bonita, las pupilas de los hombres se dilataban mucho más que las de las mujeres, quienes presentaron en cambio la misma reacción frente a imágenes de niños y representaciones de la maternidad”.

Colette.—La mujer que se cree inteligente exige iguales derechos que el hombre. No así la mujer inteligente.

PTurina.—Un hombre solo, una mujer sola no forman la lumbre del hogar. Es la pareja la que posee esa facultad.

JamesJoyce.—El hogar se deshace cuando desaparece la madre.

PTurina.—Aceptar la condición femenina no es ninguna crucifixión.

WaltWhitman.—La esposa no es inferior al esposo. La hija vale tanto como el hijo. La madre es igual en todo junto al padre. Digo que la grandeza de la mujer no es menor que la grandeza del hombre. Digo que no hay nada más grande que la madre de los hombres.

PTurina.—La psicología de la propaganda ha recalcado en un aviso: “Del Japón, la seda  para la mujer y el acero para el hombre”.

 

 

 

 

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© Karen P. Müller Turina