MultiDiálogos

CONÓCETE A TI MISMO
(páginas 82 -90)

 

Pepita Turina

PTurina.—"CONÓCETE A TI MISMO”; error filosófico que ha perseguido como una obligación de conocerse. ¡Si pudiéramos conocernos a nosotros mismos! No somos lo que creemos ser, no somos lo que otros creen que somos. O somos todo eso, toda esa dispar secuencia.

E.T.A.Hoffman.—Soy lo que parezco y no parezco lo que soy.

PTurina.—Imposible conocerse. Nuestro carácter objetivo y subjetivo es un misterio para nosotros y para los demás. Persona significa etimológicamente m á s c a r a.

AloisyusFenwick.—Nadie es tan distinto como cree ni tan igual como cree su prójimo distinto.

PTurina.—Uniendo las opiniones de los demás con la propia, podemos seguir preguntándonos ¿cómo soy? La naturaleza propia es oculta y profunda.

HermannDeKeyserling.—En el alma del hombre mucho de lo que vive, retoña y florece, no coincide con su ser personal.

PTurina.—!La medida exacta del Yo! Tenemos otras dimensiones de lo que conocemos, de lo que podemos conocer. ¡Quién tiene el coraje de medir su Yo! La aproximación al Yo produce vértigo porque es abismo. Al estar en la orilla no comprobamos su oquedad, al estar dentro nos ahogamos en oscuridad. Entre las impotencias del ser humano está el conocerse.

KarlJaspers.—Siempre somos más de lo que sabemos de nosotros mismos. El hombre es radicalmente más de lo que puede saber de sí.

PTurina.—Y más de lo que se sabe de nosotros. Conocemos los sucesos y los seres por fragmentos. Captamos una sucesión de presentes faltos de secuencia. Un sinnúmero de líneas ausentes desnaturalizan la imagen total. Para los otros somos seres sin conexión. Sólo nosotros mismos llevamos la carga de todos los instantes sin vacíos. Los demás nos ven por instantáneas externas. Sólo podemos ser vistos por escasos momentos sin secuencias. Y como somos tornasolados cada uno nos ve de otro color. La luz o el color que parte desde nosotros, de nuestras características personales contradictorias, el foco de atención de los demás, nos da reflejos o sombras de desconocimiento en que apenas somos una débil verdad.

JulioCortázar.—Instantes fijos; jamás el devenir realizándose ante nosotros. La vida de los, otros, tal como nos llega en la llamada realidad, no es sino fotografía, es decir que no podemos aprehender la acción sino tan sólo sus fragmentos eleáticamente recortados. No hay más que los momentos en que estamos con ese otro cuya vida creemos entender.

PTurina.—Tenemos tres yos: lo que creemos ser, lo que creen que somos y el que en verdad somos.

Goethe—En todos los tiempos se ha dicho que el hombre debía aspirar a conocerse a sí mismo. Es ésta una extraña ¿aspiración que hasta hoy nadie ha conseguido realizar y que, en rigor, no puede tampoco realizar nadie. El hombre tiene todos sus sentidos y afanes concentrados en el mundo exterior, en lo que le rodea, preocupado como está por llegar a conocerlo y ponerlo a su servicio en la medida necesaria para el logro de sus fines. De sí mismo sólo tiene noción cuando sufre o padece, y sólo los dolores y las alegrías le dicen lo que debe buscar y lo que debe evitar. Por lo demás el hombre es un ente oscuro; no sabe de dónde viene ni adónde va, es muy poco lo que conoce del mundo y menos aún lo que conoce de sí mismo.

PTurina.—Ni siquiera sabemos cómo es nuestro semblante.

JamesGeorgeFrazer.—Cuando los motumotus de Nueva Guinea vieron por primera vez su imagen en un espejo, creyeron que lo que veían eran sus almas.

PTurina.—Sólo conocedor de sus brazos, de sus piernas, no de su espalda, no de su rostro, el agua debe haber sido el primer espejo del hombre. Mientras más quieta más reflectante. Enigmático y fascinante, el espejo refleja partes desconocidas de nuestro físico, comunica con su azogue el color de nuestros ojos, de los ojos que miran y con los cuales no nos vemos. Ojos que nos traen nuestro contorno y nos niegan nuestra faz. La imagen movediza que veía el hombre en el agua le dio la clave del espejo. Esa imagen es falsa de todos modos. A pesar de los espejos de una, dos, tres o cien caras, la movilidad de las facciones y de las emociones. los gestos inesperados no están en esos reflejos. La mirada, delatora de las evidencias nos “desnuda” ante los otras y nos “cubre” para nosotros mismos. Con los ojos miramos, y no sabemos de “qué” manera miramos, ni cómo somos. En otros ojos —y nada en los propios— conocemos el asombro, el miedo, la alegría, el interés, la pena, el sosiego, la inquietud, la locura, la sensatez. El sentido de la vista es el sentido por el que nos ven y es el único que vemos en los demás, porque es revelador.

CharlesHortonCooley.—Así como vemos nuestra cara, nuestro cuerpo y nuestro vestido en el espejo, y nos interesamos por ellos, porque son nuestros y nos agradan o no, según correspondan o no a nuestros deseos, así también percibimos con la imaginación lo que otros opinan de nuestra apariencia, modales, intenciones, actos, carácter, amigos, y eso nos afecta en diversas formas. Una idea de esta índole acerca del “yo” parece tener tres elementos principales: la imaginación de nuestra apariencia para otra persona, la imaginación de su juicio sobre esa apariencia, y una especie de sentimiento egoísta, como el orgullo o la mortificación.

PTurina.—Hace años, a través de una puerta que había quedado entreabierta, escuché a dos amigos hablar acerca de mí. Anduve sobre el conocimiento de dos hombres y de mí misma, analizada, desconocida. Al acecho, en la sombra, tras una puerta. escuché otra imagen de mí. Cuando volví a la luz de esos rostros que habían sido voces, no estaba todavía colmado mi anhelo inquisitivo, pero estimulada por la dignidad de no seguir escuchando, volví a ellos. Me recibieron en silencio, simplemente, tranquilamente. Comprendí que nada había sido tan hostil ni asombroso como para haberme convertido en enemiga de mis amigos. Por cada sorpresa no podemos hacernos de adversarios y más adversarios. La fisonomía familiar de mis amigos había tomado otra realidad, extraña por nueva. Ellos como yo, tampoco eran como los podía juzgar, los había clasificado. ¡Si todos pudiéramos escuchar en la sombra, a través de una puerta entreabierta, el juicio que se tiene sobre nosotros!

FranzVonLenbach.—Nadie se ve a sí mismo. Bismarck creía tener una expresión cortante y tenía, en realidad, un gesto burlón. León XIII se imaginaba tener una expresión dulce. Quienes no sabían mirar encontrábanle un gesto amable y bondadoso; en realidad tenía un ceño duro, frío y seco, y así es como yo lo he pintado.

PTurina.—Los pintores retratistas y los fotógrafos saben que cuando más exacta es la pintura o la fotografía, mayor es el descontento o el reclamo del modelo. La pseudolatría la mentira de nosotros mismos, es el más común de los trastornos psíquicos. Los poetas no se parecen a su poesía. En las biografías se relata con brillo lo positivo, y lo censurable se diluye. En los autorretratos, cuando el pintor es hábil el parecido es sorprendente, pero esa exactitud casi siempre deja transparentar el juicio perdonador de nuestras deficiencias objetivas y subjetivas.

CarlGustavJung.—Yo sé que en muchas cosas no soy como los demás, pero no sé, sin embargo, como soy realmente.

PTurina.—La boca es la más delatora. En ella las emociones van acentuando el rictus. El más difícil disimulo es el de la boca. ¿El carácter se encuentra en los pliegues que el tiempo va marcando en el rostro? Es posible, cuando accidentes o enfermedades no nos obliguen a utilizar impensadas formas de expresión.

HermanNohl.—Es sorprendente lo poco que, en verdad, conocemos nosotros mismos de nuestra apariencia externa, nuestra figura y nuestro rostro, hasta nuestra, voz y lo difícil que es para nosotros poner en consonancia los propios rasgos con nuestro interior. El espejo nos revela siempre nuestra imagen invertida, cosa que hace. cambiar la imagen totalmente. Muchas veces, al vernos reflejados por casualidad en un espejo doble, nos quedamos perplejos y apenas reconocemos nuestra figura. ¿Quién no se ha quedado estupefacto al escuchar su propia voz en un disco de gramófono, creyendo oír la de otra persona? Se ha hecho la experiencia de poner a numerosos sujetos a recitar el mismo texto, registrándolos en placas gramofónicas, al cabo de algún tiempo, fueron llamadas a escuchar los discos; las voces de las personas muy conocidas eran, identificadas inmediatamente, pero la voz propia no se reconocía casi nunca.

PTurina.—La voz que “nos” oímos es transmitida al oído interno a través del cráneo y escuchamos resonancias y tonos graves que los demás no oyen.

PauleThévenin.—Relatándome Antonin Artaud una sesión que tuvo lugar en el Club de Ensayo, donde grabó unas frases de “Los enfermos y los médicos”, me dijo: —“Quise oírme; ¡era espantoso!, Creí oír a Albert Lambert” (que era un actor trágico del Teatro Francés, que había sido pareja de Sara Bernhardt y cuya manera de hacer. “sonar” el verso, no era del agrado de Artaud).

PTurina.—Lo que se graba en los discos, en las cintas magnetofónicas, es nuestra voz “externa". Mi hija de 22 años, me preguntó una tarde: ¿Qué voz tengo por teléfono? Dicen que tengo una voz suave y melodiosa, Dicen, era confesar que ignoraba su voz.

FélixSchwartzman.—La imposibilidad de la total revelación de sí es un modo directo de enfrentamiento en que se percibe el misterio de los confines del ser personal. La extrañeza frente a sí mismo que de ello deriva constituye una forma de palpar lo inexpresable. El hombre espera a conocerse tanto como se sabe distante de sí; más todavía, se conoce y se descubre como lejano al par que existente, merced a ese mismo sentimiento de distancia interior respecto de sí, que no disminuye aunque alcance hasta la obsesión la voluntad de autoconocimiento.

PTurina.—Esforzándonos por comprendernos, y por comprender nuestra conducta, la clarividencia, cuando nos hiere, no la transmitimos; buscamos subterfugios para demostrar otras condiciones. El Yo es una tenaza que nos oprime y contra la cual nada podemos hacer. También somos lo que no queremos ser. Además, el poder de la simulación disfraza el Yo. Los motivos para tener apariencias en desacuerdo con nuestra autenticidad entra en lo variadísimo de los actos humanos, en la naturaleza de los grupos, en la conducta social en los procesos que se van cumpliendo. Tenemos apariencias de lo que no somos, cuando los, demás así nos ven. Y, sin embargo, cada uno es nada más que lo que siente que es a pesar de las gesticulaciones miméticas y los comportamientos estudiados.

JorgeLuisBorges.—Nombrar a una persona es simplificarla, reducirla a una forma algebraica. Indudablemente, cada uno de nosotros es más complejo, más multifacético que la conciencia que los demás esperan de nosotros. Es evidente que poseemos algo inagotable. Prueba de ello es que a veces nuestras palabras y nuestros propios hechos nos asombran, como si no se refiriesen a nosotros.

PTurina.—El Yo tiene sus adjetivos: el Yo-profundo, el Yo-psíquico, el-Yo moral el Yo-social, el Yo-biológico, el Yo-religioso, el Yo-económico, el Yo-estético, que catalogan, separan, no alcanzando a definir en cada uno la amplitud y la inaccesibilidad de la búsqueda. Encontrándonos, desencontrándonos, siendo que somos un solo número quebrado indivisible, formamos un entero que ni las más altas matemáticas resuelven en su exacta cantidad.

MaríaSilvaOssa.—No soy / el que me observa, / me pierdo / en mis propias / estancias / sin conocerme / ¿Cómo escapar al ser? / Encerrada en lo que soy, / juego a ser / mi propio títere, / pero, al aislarme de mí / dejo de ser mi condición; / y quizás sea en mi farsa, / la ausencia / de lo que soy.

PTurina.—¿Quién soy, quién soy, cómo soy, cómo soy? No puedo responder: ¡Yo soy! ¿dónde quedaría lo que pude ser y no soy? No puedo decir: Yo soy, de sólo unos fragmentos de mi ser.


 

 

 

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© Karen P. Müller Turina