Pepita TURINA
o
la vida que nos duele

Juan Antonio Massone

 

Pepita TURINA
o
la vida que nos duele

Juan Antonio Massone

EL ARBOL DE PIEDRAROSA
(1973)

          Parece simple escribir cuentos para niños, porque éstos son de espíritu simple, esencial solamente, sin atisbos siquiera de repliegues inútiles ni de sinuosidades abstractas. Parece fácil hacerlo después de haber leído algunos de esos que convencen al retrotraemos al ayer de la inmortalidad lúdica infantil. Parece género apto para cualquier escritor. Parece, parece, parece... Pero los que no podemos hacerlo sin desmentir o echar por tierra todas las condiciones que estos relatos deben reunir, nos percatamos del valor de quienes pueden realizarlo.

          Nuestra autora no sería, en apariencias, la más dotada para este tipo literario, y sin embargo, nos entrega dos breves cuentos infantiles que en nada provocan rechazo porque no denotan esfuerzo mayor ni ansias de trascendencias ilimitadas. Creemos busca llegar simplemente al espíritu del infante.

          El argumento consiste en un episodio, nada ordinario, en la vida de un gran tallador chiloense, de quien existían, en numerosos lugares, trabajos de su oficio y de su ingenio. “Una tarde, al desembarcar de su bote, con el cual recorría otros lugares, vio en la orilla una gran rama de un color de madera nunca visto hasta entonces”. Tenemos, como corresponde, la ubicación espacial y la identificación del personaje de quien se contará la historia. En segundo término, hemos transcrito el suceso primordial que llevará la fuerza y unidad del relato. El lenguaje corresponde a una disposición dinámica y esencialista, el que nos introduce en la reacción asumida por el tallador —los protagonistas se identifican con su quehacer—, y corresponde al tercer aspecto del relato. Posteriormente sobreviene el período más prolongado del hacer y reflexionar del hombre ante el acontecimiento llegado: la rama que desea tallar. Pero, ésta no cede ni a sus mejores herramientas: “Esta es una madera de piedra-rosa-reflexionó” El siguiente momento reside en el acontecimiento o intervención de una fuerza superior o extraña al individuo que logra lo que a él se le ha hecho imposible: un rayo parte la rama de piedra-rosa, lo que trae, por supuesto, la epifanía o revelación del argumento: “se había convertido en mil flores hermosísimas de un color rosa tostado, que el mar llevaba lejos de la orilla, flotando entre espumas y que sólo unas pocas quedaban a su alcance, posadas en la arenisca”. Al final, el tallador nos revela su labor con aquellas hermosuras, trabajo que le hace retornar a la identificación consigo. La moraleja de estas hojas desprendidas del árbol-madre se escribe, en el remate: “porque todas las ramas hijas se desprenden del tronco materno y deben aprender a vivir solas, multiplicándose a su vez por el mundo”. De este modo el presente relato cumple con los pasos necesarios para no ofender la capacidad del niño, pero, sobre todo, es un hermoso episodio en que se recupera un trozo chileno: tierra y ofició, y además, una enseñanza que apunta al futuro de cada ser.


Del ser y no ser de la: palabra - Las verdades ocultas - Cuentos- Lo que no pudo ser - La niña que quiso ir al horizonte - No hay para que soñar - El hombre se acuerda del niño - La ciudad llama - Una mañana - Cuando ella volvió - Seis cuentos de escritores chilenos-yugoslavos - La mujer que no quiso ver el Sol - El árbol de piedrarosa - Los caballos que cambiaron de color - Novela: Un drama de almas - Zona íntima: la soltería - La vida que nos duele - Ensayos: Walt Whitman,cotidiano y eterno - Sombras y entresombras de la poesía chilena actual - MultiDiálogos - ¿Quién soy? - Referencias críticas sobre las obras de Pepita Turina

 



 

© Karen P. Müller Turina