La
autora María London (nombre legal María Isabel Mordojovich
Kunica) que ha escrito el libro “El Hilo del Medio”,
RIL Editores, Santiago de Chile, 2001, 276 páginas.
Que nació en Punta Arenas en 1950, la misma ciudad que
la autora Pepita Turina, al leer su página Web (7 de
noviembre de 2004), se ha inspirado para agregarse a
este MultiDiálogos expresando sus pensamientos:
¿El
escritor puede tener más de un idioma para pensar
y escribir?. Pepita Turina
María
London, escritora está radicada en Grenoble, Francia,
desde el año 1976.
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PTurina.—¿EL
ESCRITOR PUEDE TENER MAS DE UN IDIOMA PARA PENSAR Y PARA ESCRIBIR?
El escritor no puede tener más que un solo idioma para pensar,
escribir y hablar como escritor.
AntoineSaint-Exupéry.—No
quiero hablar otro idioma. No se puede escribir bien un idioma
si se utilizan varios.
MaríaLondon.—No
se trata de querer. El escritor puede estar obligado a hablar
en dos idiomas, a pensar en dos idiomas, puede incluso llegar
a soñar en dos idiomas. Hay casos en los que si no escribe
en uno de ellos, deja de existir como escritor.
PTurina.—Para
la mayoría de los escritores, por no decir todos, es verdad.
Para el escritor, el lenguaje único adquiere duración eterna.
Permanece obligado a ser monolingüe.
MaríaLondon.—Obligado
por quienes quisieran decidir lo que está bien y lo que está
mal en escritura. La expresión escrita puede surgir por primera
vez en un equilibrio entre dos lenguas. Aunque no se domine
a fondo ninguna de ellas, nace un espacio nuevo desde donde
se puede expresar algo diferente. El hombre es universal,
pero hay emociones que se expresan mejor en una lengua particular
y otras desde este espacio aparte. Nadie tiene derecho a negar
a un escritor la posibilidad de revindicar dos lenguas, aunque
en ninguna de ellas éste alcance, ni de lejos, la perfección.
Y el escritor que necesite escribir en dos lenguas lo hará
aunque todos insistan en que no puede hacerlo bien. Los escritores
reconocidos o eruditos de cada país no tienen el monopolio
de la expresión escrita de quienes residen en ellos.
PabloNeruda.—No
se puede vivir toda la vida con un idioma, viéndolo longitudinalmente,
explorándolo, hurgándole el pelo y la barriga sin que esta
intimidad forme parte del organismo. Así me sucedió con la
lengua española. La lengua hablada tiene otras dimensiones,
la lengua escrita adquiere una longitud imprevista. El uso
del idioma como vestido o como piel en el cuerpo; con sus
mangas, sus parches, sus transpiraciones y sus manchas de
sangre y sudor, revelan al escritor.
MaríaLondon.—La
escritura de los dioses de la lengua, de los Neruda, de los
inigualables, debe ser perfecta. Es prácticamente imposible
alcanzar esa perfección en dos lenguas. Por ello queda un
espacio disponible para el escritor balbuciente. Este no arriesga
gran cosa al aventurarse en otras escrituras.
PTurina.—Para
decir lo que se quiere decir, o acercarse siquiera a ello,
sólo puede hacerlo en SU IDIOMA. El alma, el pensamiento,
sobrellevan un solo idioma; el que se ha hecho carne en nosotros,
el que utilizamos desde nuestras primeras palabras, el que
integra el ambiente que nos envolvió al crecer. ¿En qué idioma
pensará Elías Canetti que desde niño dominó siete?
MaríaLondon.—Se
puede ser hija en español y ser madre en francés. Las experiencias
fundamentales que se viven por primera vez en un idioma diferente
al idioma materno –idioma que ya se domina– pueden reclamar
ser expresadas en este segundo idioma. Es como si dos seres
habitaran en tiempos diferentes un mismo cuerpo y que ambos
exigieran el derecho a la expresión.
PTurina.—El
hombre de letras sufre, más que otros, la desdicha del idioma
extraño. Exiliados que han padecido el trastorno del conflicto
idiomático se han suicidado.
MaríaLondon.—El
sufrimiento es inmenso debido a la tiranía de los que no entienden
lo que significa ser exiliado. El idioma es como el que lo
lleva, idioma exiliado. Lo que para quien permanece en su
lengua natal resulta fácil, para el exiliado necesita un esfuerzo
gigante. Pero no es razón suficiente para que el exiliado
no escriba. Un exiliado tiene derecho a existir y a decirlo.
El exiliado se ve enfrentado a grandes dificultades. Si escribe
en su idioma materno –que le cuesta porque ya no lo habla
con frecuencia– la distancia del exilio le impide dialogar
fácilmente con los lectores de los textos en su lengua. Si
escribe en la lengua extranjera, además de la dificultad de
hacerlo, verá su obra dividida en dos mundos. Obtener un reconocimiento
es entonces aún más difícil. La mayoría de los lectores son
monolingües y no pueden leer la integridad de lo escrito por
el autor bilingüe a menos que todo sea traducido cada vez
a la otra lengua. Las dificultades redoblan y con ellas la
frustración y la soledad.... Así y todo, aún a ese precio,
se puede escribir y se debe escribir.
LeónFeuchtwanger.—Algunos
han intentado, con cierto éxito, escribir en el idioma extranjero;
pero a ninguno le ha dado un resultado plenamente satisfactorio.
MaríaLondon.—¿Quiénes
ponen las notas? ¿Quiénes son los dioses que juzgan? ¿Qué
es arte, emplear formas complicadas, accesibles sólo a algunos
iniciados, para decir cosas simples y vacías o encontrar formas
simples, accesibles a todos, para expresar lo profundo o lo
imposible? Quien demuestre que lo primero es arte y que lo
segundo no lance la primera crítica.
PTurina.—Los
idiomas son tan expansibles que una vida no alcanza para extractar
su riqueza expresiva que, para el escritor, es una razón de
ser. El escritor no sólo quiere decir las cosas, sino decirlas
bien, y utiliza el idioma como algo que libre de su claustro
al pensamiento y las emociones. Juan Ramón Jiménez, largo
tiempo habitante del bilingüe Puerto Rico, jamás pronunció
una palabra que no fuera la de su español natal; Ciro Alegría,
en Estados Unidos, César Vallejo, Julio Cortázar, Gabriel
García Márquez, Miguel Ángel Asturias, y tantos otros descollantes
latinoamericanos en Europa, no escribieron ni escriben los
libros que publican, en otro idioma que el que llevaron de
sus patrias. Gabriela Mistral vivió años en países de idiomas
diferentes (Italia, Brasil, Estados Unidos) y para hablar
y para escribir no utilizó otra que su lengua nativa. Marguerite
Yourcenar vive más de 30 años en Norteamérica, y escribió
y escribe siempre en francés.
MaríaLondon.—Ariel
Dorfman ilustra perfectamente el bilingüismo exitoso del escritor.
Escribe maravillosamente bien en inglés y en español y traduce
él mismo sus obras. El caso del autor ruso Andreï Makine,
quien escribió “Le testament français” que obtuvo los premios
Goncourt y Medicis en 1995 en Francia, ilustra perfectamente
el rol nefasto de las opiniones preconcebidas contra la escritura
en un idioma no materno: para lograr que su manuscrito fuese
aceptado por un editor en Francia, el autor tuvo que mentir
diciendo que era una traducción del original en ruso.
MiguelArteche.—La
fuente de un poeta es su lengua. Por tanto, mientras no salga
de los ámbitos de su lengua y es mi caso no está alejado
de sus propias fuentes.
MaríaLondon.—La
fuente de un poeta es su ser. Por tanto, mientras su ser tenga
algo que expresar – y es mi caso– la fuente estará viva, en
la lengua que sea.
PTurina.—Las
expresiones banales, cotidianas, caben de inmediato en otro
idioma. Compartir las simples palabras se aprende con rapidez
y es posible emitirlas. Pero aquel otro lenguaje...
MaríaLondon.—Llega
un día en que el lenguaje poético surge en otro idioma. ¿Por
qué aceptar una mordaza?
PTurina.—El
parloteo insustancial que no sale del repertorio de trivialidad.
¡Qué frío! ¡Qué calor! ¡Qué hermoso día! Las frases hechas
que abundan en los encuentros, en los momentos sociales, distan
de ser necesarias para el escritor. Esas preguntas y esas
respuestas sólo sirven para subrayar con la voz y la sonrisa
la comunicación social. Nadie duda que el idioma inútil es
posible aprenderlo de inmediato. Es el primero que aprendemos
en un país donde se habla una lengua desconocida. Sólo que
al escritor no le interesa esa accesibilidad rápidamente posible.
FernandoGonzálezUrízar.—Yo
soy en español; en otras lenguas / me siento fatalmente como
un tonto.
MaríaLondon.—Esculpiendo
un texto, afinándolo, con trabajo humilde de orfebre, es posible
expresar en una lengua extranjera los sentimientos más sutiles
– esto es posible incluso para quien tiene dificultades con
su propia lengua materna. Entonces ¿por qué dejarse amedrentar
por quienes dicen que esto no es posible, por quienes dicen
que sólo tiene derecho de escribir aquél que tiene además
la facilidad de hacerlo? En vez de escribir mil líneas se
escribirán diez, pero se intentará escribirlas bien y decir
lo que otros no pueden decir. La escritura es un idioma diferente.
En la lengua que sea.
PTurina.—En
el idioma audible, el chirriar de sones estropea el oído de
aquellos para quienes el lenguaje significa goce y expresión.
Al escritor se le hace desagradable hablar ridículamente,
con palabras pobres, ruines, con pésima pronunciación. Detesta
las palabras mal hilvanadas, mal dichas, con una fonética
detestable. Es posible que admire sin tratar de imitar a quienes
se atreven a decir las cosas de cualquier modo, identificándose
con el origen de su lengua, aquella que tiene en la piel,
en las células, en el pensamiento, en el organismo todo, y
que si son alemanes hablan un “castellano-alemán”, si ingleses
un “castellano-inglés”, si franceses un “castellano-francés”,
si italianos un “castellano-italiano”, si yugoslavos un “castellano-yugoslavo”,
porque cada uno tiene la im-po-si-bi-li-dad de pronunciar
ciertos giros. Esa imperfección de la gimnasia lingüística
es torturante para el escritor. Para él la vocalización insegura,
la confusión, el esfuerzo de los músculos palatinos lo angustia,
y lo hieren los deslizamientos mecánicos de un engranaje donde
falta el aceite atávico. Para él cualquier idioma extraño
es una barrera que poco le interesa trasponer y no se entrena
para ello. El quiere expresar su interioridad, su significación,
la de los instantes únicos, y los balbuceos idiomáticos no
le sirven para dilapidar el tesoro de las palabras. Sus ejercicios
son mentales, anímicos. El idioma tiene horizontalidad, lo
que se habla de corrido, y verticalidad, la que entra en lo
más recóndito y que permanece en el cerebro. Al escritor la
mejor de las lenguas le parece la suya y lo es, por la potencia
expresiva que determina su expedición.
JorgeLuisBorges.—Un
idioma es una tradición, un modo de sentir la realidad, no
un arbitrario repertorio de símbolos.
MaríaLondon.-La
percepción de la realidad cambia con el tiempo, el ser sigue
existiendo a través de los viajes y de los exilios, sus símbolos
también cambian y se enriquecen.
PTurina.—Al
escritor no le faltan condiciones para entender idiomas al
leerlos. Suele ser excelente traductor, aún dominando a medias
una lengua y sabe llevar a su idioma lo que otros escribieron
en la de ellos. Como entonces desaparece la pronunciación,
no existen las imperfecciones del fonetismo. Del escritor
son las palabras escritas en silencio, cuyo eco, paradojalmente,
adquiere extraordinarias resonancias. La religión, la ciencia,
la farmacia tienen su lenguaje, y el escritor también lo tiene
y él lo define. Menos ocupa los órganos que tiene dentro de
la boca y la garganta que los surcos cerebrales que monologan
palabras susceptibles de ser comunicadas por medios gráficos.
Son palabras trascendentes por medios no auditivos. El escritor
transmite sus palabras por sus manos y el ciego puede leerlo
con sus manos por el sistema Braille que tacta las palabras.
MaríaLondon.—La
escritura es una oportunidad para el que tiene dificultades
con la comunicación oral, independientemente del idioma.
PTurina.—Dificultoso
es imaginar cómo son los pensamientos de los políglotas. Pensar
en una mezcla de idiomas es como engarzar palabras, frases,
en una cadena hecha de metales diferentes. Algún sustantivo
o adjetivo, a veces, es factible que refleje mejor algo. “Saudade”,
del portugués, refleja mejor la nostalgia. La “saudade” es
intraducible; es una añoranza dilatada con otros ingredientes
que en ella moran.
MartínHeidegger.—Los
hombres pueden comunicar a los demás sus experiencias triviales
y cotidianas, mientras que todas las experiencias fundamentales
son por naturaleza radicalmente incomunicables.
MaríaLondon.—Radicalmente
incomunicables salvo a través del arte. Arte es comunicar
por primera vez una experiencia fundamental que nadie ha logrado
comunicar. Y arte será si la emoción del artista se reproduce
en el que observa la obra. El arte puede ser simple y no erudito.
Su única condición es existir.
PTurina.—Al
viajar y encontrarse en países donde se habla otro idioma,
el escritor es el que se siente menos perdido. Oye hablar
sin saber lo que se dice. Igualmente nos “habla” el universo
y no sabemos lo que nos comunica. También en el idioma que
entendemos nos encontramos con lo incomprensible, nos explicamos
y somos mal entendidos. Es posible interpretar lo que no se
dice y adquirir un sinfín de conocimientos aparte del lenguaje.
“No se conoce un país ignorando su idioma”. Esto es una insensatez.
Qué tiene que ver la vista con el idioma y los demás sentidos.
Al oído llegan otros sonidos que no son los de las palabras
y que dan a entender mucho. Cómo no va a ser posible conocer
un país escudriñando unos cuantos de los 700.000 gestos que,
se asegura, tiene el ser humano.
CarlGustavJung.—El
desconocimiento del idioma me llevó a observaciones especiales,
a las demostraciones mímicas.
MaríaLondon.—Se
es como un recién nacido, se observa el mundo con ojos nuevos.
PTurina.—Observaciones
inadvertidas o inútiles para los que entienden el hablar.
JosephBram.—No
todos los símbolos son verbales. El uniforme del policía,
el bastón blanco del no vidente y la calavera y las tibias
en la etiqueta de una botella transmiten su mensaje sin recurrir
a la palabra.
PTurina.—El
vestuario, los comportamientos, las costumbres. Ver ceremonias
matrimoniales, procesiones religiosas, observar las comidas,
los horarios, las casas por dentro y por fuera, las iglesias,
los cultos religiosos, los desfiles, las vitrinas, la música,
el clima, la geografía, el “idioma” de los artistas pintores
y escultores. El hablante no es todo el hombre. No se puede
decir que lo que no entra en la parla no esta en el mundo.
MaríaLondon.—Es
el escritor quien transforma el mundo en palabras y lo recrea.
GerhardHelmutSchwabe.—Por
mucha sabiduría que tenga la lengua, ya que en ella se acumulan
las experiencias habidas, como vehículo de la comunicación
interpersonal nunca dejará de ser dudosa. Su misma riqueza
de imágenes la pierde, dando finalmente en la rutina abusiva
por convertirse la novedad en costumbre. La palabra no deja
de ser aproximación, mera sombra chinesca que precisa ser
interpretada por el oyente.
PTurina.—En
una entrevista hecha en 1980 al rey Juan Carlos de España,
le preguntaron cómo había conocido a la reina Sofía y relató
que él no hablaba griego y ella no hablaba español, y, sin
embargo, se gustaron y se entendieron desde el primer acercamiento.
Tal confesión evidencia que, para despertar el amor y cultivarlo,
no se necesita un idioma común, menos entonces para amar un
país, sentirse atraído, preferirlo, sentirlo.
MaríaLondon.—No
todo pasa por el lenguaje de las palabras pero todo pasa por
la emoción y por el espíritu. La palabra escrita es un vehículo
para llevar el conocimiento y la emoción de unos a otros.
Lo que importa es la calidad de esta comunicación, no lo complicado
del lenguaje.
JosephBram.—Sigmund
Freud sostuvo que la facultad de manejar a los adultos y asegurar
la obtención de sensaciones placenteras mediante el empleo
del habla establece en la mente del pequeño en crecimiento
una inarticulada y firme creencia en la omnipotencia de la
palabra.
PTurina.—Creer
en la omnipotencia de la palabra es infantil. El que no se
ahoga en palabras tiene una visión distinta del suceder, de
la mímica, los gestos. El aspecto visual muestra presencias
puras del vivir. Las palabras no son la plenipotencia de la
vida. Se participa en ella por medio de mil otros procedimientos
y por ello entendemos lo inmanente.
MaríaLondon.—Exactamente.
La palabra es sólo un medio para acercarse a lo esencial,
para compartirlo. Si se olvida la esencia, la palabra es vacía.
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