E
L CONTRATO DE COHABITACION Y LA VIGENCIA DEL
MATRIMONIO
PTurina.—EL
CONTRALTO DE COHABITACION Y LA VIGENCIA DEL
MATRIMONIO, son paradojas de las decisiones
actuales. En la línea de las determinaciones
antimatrimoniales está el Contrato de Cohabitación.
La sociedad y las costumbres “decentes” forjaron
límites y disposiciones precisas, y, más que
nada permanentes, para las clases sociales que
superaban la clase-baja. El pueblo se amanceba
con facilidad. Los convivientes son casi todos.
A lo más, antes algún sacerdote escrupuloso,
bendecía con el sacramento del matrimonio, una
que otra pareja de esta clase. Ahora, no es
posible hacerlo, ya que las leyes laicas obligan
que para casarse por la iglesia, se haga antes
por el civil, y se tenga bien registrada la
otra libreta. Las parejas de convivientes, en
el pueblo no son mal miradas. Ninguna muchacha
de clase-baja exige matrimonio a su enamorado.
Se entrega fácilmente. Las madres solteras son
millares.
CástorNarvarte.—El
deber no es algo exterior al individuo; es lo
interior, no una consigna, sino lo que incumbe.
PTurina.—La
insatisfacción y los conflictos que se ligan
a la vida familiar, o a la vida de pareja no
los soluciona la convivencia ni el Contrato
de Cohabitación, que es una fórmula encontrada
por los jóvenes que superan las clases marginales.
Esta fórmula puede considerarse más rígida que
el matrimonio. La mayoría no se atreve a tener
hijos. La desaprensión moral necesaria para
afrontar la maternidad no es muy corriente.
Y los que se han atrevido, si la convivencia
dura, han tenido la sorpresa de que a los hijos
más liberados no les gusta serlo de una pareja
no casada, y que les estorba esa ilegalidad.
Si los padres temen un posible repudio de la
sociedad, loes hijos ya crecidos sienten la
ilegitimidad como un estigma. Los hijos quieren
una dignidad a salvo de ataques y problemas
de situación. Como las parejas de convivientes
ya no son una especialidad de clases bajas,
ajenas a la moral, a las exigencias legales,
de mentes obscuras por ignorancia, encuentran
que a sus descendientes no les satisface para
nada, ser, lo que absurdamente se ha llamado
“hijos del amor”. Leyes honorables —sean religiosas
o civiles— le han dado al matrimonio una jerarquía
no superada. Las parejas que viven sin libreta,
tienen sus leyes no escritas en cierto modo
más rígidas y rutinarias. También se exige indisolubilidad.
La autonomía no existe. Los celos, la infidelidad,
el aburrimiento, los problemas económicos se
hacen presentes. Y sumados a la inestabilidad
de las relaciones, en que se puede perder al
otro en cualquier momento, la incertidumbre
es intranquilizadora. En la crónica policial
de los diarios, se lee muy seguido de crímenes
cometidos por convivientes desplazados (hasta
el caso de una escritora que mató a su amante
en el Hotel Crillón porque se casaba con otra),
o por vidas desastrosas, peores que el peor
matrimonio. Como las relaciones sexuales priman
en esta apareamiento sin deberes morales, se
ve que el matrimonio no es solamente una situación
jurídica y religiosa, que las relaciones íntimas
que unen a la pareja, tienen un aspecto social
y son la perpetuación de la sociedad y que la
familia es una fuerza de cohesión de gran valor.
Para formar una familia es necesario transformarse
en progenitores. En la mentalidad de la mayoría,
prima para esto la unión legal. La supresión
de prejuicios, trabas, la ruptura de costumbres
venidas de muy lejos, y la conversión de ideas
al respecto, ha afectado el sistema social.
Se acepta actualmente que las Parejas se unan
fuera de la ley, se las recibe sin restricciones.
Pero la secreta altivez de los biencasados,
indica que es más cómodo vivir casado, cuando
dos se quieren. Y a los hijos les gusta, les
da orgullo que sus padres cumplan este requisito.
CástorNarvarte.—Tal
vez el logro más grande de Kierkegaard, hasta
hoy no comprendido como se merece, es el haber
recordado a nuestro tiempo que deber y amor
no son ideas excluyentes entre sí, sino complementarias,
que sus nexos son consustanciales a toda conducta
ética. Sören Kierkegaard apologista de la ética
en el matrimonio, célibe sin embargo y con voluntad
de celibato, no faltará quien se pregunte si
esta imagen idealizada del amor matrimonial
no será falsa de raíz, una bella mentira ejemplar.
Lo notable es que a su juicio, la importancia
ética del matrimonio aumenta con el, alejamiento
de la sensualidad.
PTurina.—La
mujer biencasada, que ante una infidelidad de
su marido dice: “Yo no cuido su fidelidad sino
la mía”, no se parece a la conviviente que dice:
"Si tú no eres fiel yo tampoco lo seré".
Los hombres y las mujeres que se casan, ingresan
a una etapa de significación mucho más intensa
que el mero vivir bajo él mismo techo. En las
clases media y alta no es una decisión muy contaminante.
Un gran porcentaje de mujeres no la aceptan.
¿Y las experiencias premaritales? Tampoco solucionan
el futuro. Diversos factores influyen para que
las respuestas no sean iguales. Los riesgos
son que, aparte de la armonía carnal, no faltan
disimulos parecidos a los del noviazgo. Se cuidan
apariencias, se modera el carácter, se ocultan
decepciones. A veces la armonía sexual demora,
tanto en las experiencias premaritales como
en el matrimonio. Y, en esta clase de relaciones
¿hasta cuándo es posible esperar? En un clima
de inseguridad los anticonceptivos no bastan
para eliminar el temor al embarazo, y hasta
es posible que algunos de los dos lo desee para
que sea imprescindible el matrimonio. El carácter
irregular y clandestino de la convivencia premarital
se parece al Contrato de Cohabitación, si viven
juntos. Las parejas que optan por tener experiencias
sexuales antes de casarse, y no viven
juntos, se ponen una máscara ante la familia
y la sociedad, sobre todo ante padres no complacientes
—los padres de la mujer especialmente que prefieren
ver a su hija casada, aunque ellos hayan soportado
un matrimonio poco envidiable. Rara vez las
dos familias de la pareja están de acuerdo en
esta aceptación. Para los padres no es muy de
su agrado saber que difícilmente tendrán nietos,
y qué si los tienen serán ilegítimos. Los riegos
privativos que la pareja sufre, perturban los
mecanismos psicológicos y biológicos, impidiendo
una paz que rebalse la reserva, de la comunión
íntima y producen tensiones de crítica. Presionan
los prejuicios, los tabúes. Estudiantes encuestados
en Polonia, en Alemania, y otros países, han
revelado casi todos, que están a favor de las
relaciones premaritales. Pero —lo han señalado
los investigadores— un porcentaje mínimo las
realiza. Un curioso contrasentido se produce
en esto de casarse o no. Entre los laicos, casarse
es ser conservador, es aferrarse a normas obsoletas
y no estar con la evolución de las costumbres.
Para los sacerdotes católicos querer casarse
es ser revolucionario, y, abandonar los hábitos
religiosos para contraer matrimonio es rebeldía
audaz.
KarlJaspers.—Cada
cual puede tomar en serio el matrimonio y la
familia, encontrar en ella la fidelidad, la
responsabilidad, la dicha de la seguridad en
la tradición, la autoridad del justo —a pesar
de que las estadísticas demuestran la decadencia
de la familia y describen su desarraigo.
PTurina.—Nietzsche
se preocupó de la decadencia de la familia.
En “El Ocaso de los Idolos” apunta:
FriedrichNietzsche.—Se
vive para hoy, se vive muy velozmente, se vive
muy irresponsablemente.
PTurina.—Y
eso que el filósofo alemán vivió hasta l900,
y no sospechó la celeridad y la irresponsabilidad
centuplicada de estos años del siglo XX que
ya se rozan con el XXI. Cástor Narvarte, en
el notable libro “Nihilismo y Violencia”, en
un análisis sobre filósofos, refiriéndose a
Nietzsche, expresa:
CástorNarvarte.—En
esto del matrimonio es Nietzsche tan terminante
como el más intransigente de los cristianos,
aunque en otro sentido. No la pasión, ni el
sentimiento, sino el instinto sexual constituye
su fundamento. Al instinto sexual se le une
el instinto de propiedad y de dominio dice rudamente
Nietzsche. Una institución no se funda nunca
y nunca jamás sobre una idiosincrasia: el matrimonio
no se funda como suele decirse sobre el “amor”,
se funda sobre el instinto sexual, sobre el
instinto de propiedad, sobre el instinto de
señorío, el cual organiza de modo estable la
forma más pequeña de poderío; la familia, que
necesita de los hijos y herederos para establecer
firmemente, una lograda medida de poder, para
preparar una larga tarea, para preparar una
solidaridad de instintos entre los siglos.
PTurina.—Familias
cohesionadas y dominantes no faltan. Sabemos
de los Kennedy, en Estados Unidos, establecedores
de un fuerte poder político, de los Rohschild,
familia de poderosos banqueros que desde el
siglo pasado han dirigido sus matrimonios y
sus bienes tanto en Alemania, como en Austria,
en Londres, en París, en Nápoles. Diarios, periódicos,
libros, revistas titulan: “El matrimonio en
crisis”, “El matrimonio en decadencia”, “El
matrimonio cuestionado”. En anuncios de Mesas
Redondas, Foros, Simposiums se repiten títulos
parecidos. El matrimonio, como sea, sigue preocupando.
Opiniones dispares se publican a veces en una
misma revista. En VANIDADES (año 1970) en la
página 38 resaltan maridos célebres, matrimonios
unidos y maridos enamorados, y en la página
80 el titular es: “Crisis de hoy en el matrimonio”.
En nuestra época acelerada, ruidosa, atómica,
espacial, se habla mucho de la decadencia del
matrimonio. Lo que ha cambiado es la forma de
vida familiar: la explosión demográfica, la
arquitectura de hacinamiento, la participación
de la mujer en trabajos extrahogareños, inciden
en evidentes signos de diferencia. Los divorcios
contribuyen a importantes cambios, pero ¡qué
contrasentido!: los divorcios contribuyen a
que haya más matrimonios; Son poquísimos los
divorciados que no se vuelven a casar. La verdadera
crisis o decadencia del matrimonio sería que
la gente no reincidiera, o que se casara menos.
Y eso no ha sucedido.
SergioBaezaP.—Según
un escritor sarcástico, los segundos o enésimos
matrimonios son siempre una expresión del triunfo
del optimismo sobre la experiencia.
PTurina.—El
Registro Civil, los templos de las más diversas
religiones, las oficinas, matrimoniales de las
más revolucionarias tendencias políticas, unen
todos los días y en todas las latitudes a los
que se ajustan a esas leyes. Miremos el mundo
circundante o el no circundante. Reyes, princesas,
presidentes de la república, dirigentes de países
conservadores, democráticos, revolucionarios,
comunistas, socialistas, o lo que sean, pobres
o ricos, jóvenes y viejos, actores, hippies,
cantantes desaforados, músicos populares o de
los otros, hasta delincuentes se han casado
en las cárceles. Van al matrimonio los nobles
y los innobles, los célebres y los anónimos,
en todas las profesiones, en los desempeños
todos. Las cifras señalan que si han aumentado
los divorcios, los casamientos no han disminuido.
A pesar de que la economía dista de ser excelente,
ni siquiera las ceremonias nupciales se retraen,
y las parejas y los acompañantes se visten de
gala, y los recién casados no eluden el viaje
de bodas. No sólo las familias “bien”, de nivel
social privilegiado hacen gastos extraordinarios.
Familias modestas, a veces, se endeudan para
celebrar en forma a los contrayentes. El índice
de los divorciados que se vuelven a casar es
más alto que aquellos que deciden no volver
a hacerlo. Y los bígamos y trígamos ocupan seguidamente
un lugar en la prensa. Más todavía: como la
mujer sigue siendo adicta al matrimonio, para
conseguirla el hombre recurre a la unión legal
como sea, y no faltan audaces que se han casado
veinte o más veces. Las Agencias Noticiosas
EFE, de Los Angeles, California, EE.UU., enviaron
a varios países, en septiembre de 1984, la información
de que un juez de Blythe se encargará de disolver
el vigésimo sexto matrimonio de Glynn Scotty
Wolfe, un Pastor Protestante, padre de 40 hijos
y acreedor al título de “Hombre más Casado del
Mundo”.
LasÚltimasNoticias.—Sensacional
“CUPIDO BIONICO”, el sistema único en Chile
para encontrar el tipo apropiado de pareja.
PTurina.—En
1981, ese diario ofreció tan adelantado recurso.
En este tiempo computacional, se ha diseñado
computadoras matrimoniales, donde se inscriben
nombres de postulantes para encontrar la pareja
adecuada. La abjuración del matrimonio, de la
familia, no es un clamor. Son más bien gritos
aislados. El barullo que suele agigantar la
prensa sensacionalista —porque lo edificante
no es noticia vendedora— distorsiona los criterios.
La exactitud es otra. El Mercurio de Santiago,
publicando una seria encuesta de los últimos
años, hizo ver que la mayoría de los jefes de
hogar, de todas las comunas y niveles socio-económicos
del Gran Santiago, opinó que el matrimonio debe
ser para toda la vida y en cualquier circunstancia,
Los arrepentidos de haberse casado arrojó solo
un 16 por ciento. Se demostró, entonces, que
el matrimonio es ¡Quedarse! ¡Qué satisfactoria
palabra: sella una duración, una vida sociobiológica
útil, una ampliación estable! Y, en la misma
encuesta, los viudos y las viudas demostraron
el mayor apoyo al matrimonio. Viudos y viudas
inconsolables demuestran que existe el amor
conyugal. El luto ha desaparecido en las ropas
negras de la aflicción, está en el barómetro
de presiones que mortifican diseñando las escalas
del stress. Especialistas muestran que en lo
más alto de los escalones, deben poner la “muerte
del cónyuge” y cerca, el divorcio. Si
la muerte o la separación producen ese trastorno,
quiere decir que la ruptura de una pareja es
traumática. Los viudos se desconsuelan más y
viven peor que las viudas. El hombre acostumbrado
a ser casado no se habitúa a la falta enorme
de la mujer. Unicamente los que se vuelven a
casar amortiguan el choque. La mujer es más
completa en el orden hogareño de vivir, en soledad
o de resolver asuntos con los hijos, más si
son chicos. Mueren menos mujeres que maridos
por desolación de viudez. Algunos hijos, radicados
en otro lugar, para proporcionarles compañía,
al padre o a la madre que enviuda, deciden llevárselos
con ellos. En ciertas castas de la India, existe
todavía el rito de que las viudas se quemen
vivas al lado del cadáver de su marido y que
esta práctica vaya acompañada de plegarias y
aplausos. Sucede que en nuestras costumbres
esto no se ve. Pero, en casos no muy frecuentes,
viudos deciden hacerse sacerdotes y viudas
toman los hábitos religiosos. En julio de 1983,
la Revista del Domingo, de El Mercurio, publicó
que sería ordenado sacerdote, Santiago Bruron,
un laico siete años viudo, padre de cinco hijos
y abuelo de varios nietos.
SantiagoBruron.—De
joven no tuve vocación sacerdotal específica...
la vocación la sentí después que el Señor llamó
a mi mujer... Cuando tomé la decisión de acudir
al sacerdocio no contradije en absoluto cuando
expresé que el amor del matrimonio trascendía
más allá de la muerte. El celibato por el cual
he optado después de viudo me resulta más fácil
precisamente por el glorioso recuerdo que tengo
del matrimonio.
PTurina.—Salvador
Dalí ha entrado en el tercer año de la agonía
de su viudez. Los cables, con detalles impresionantes
resaltan su reclusión en el castillo de Pubol
(Gerona). Ha dejado de pintar y los signos de
la vejez se le han acentuado. Pesa alrededor
de 40 kilos y abandona la cama cuando los amigos
lo obligan. La genial paranoia de Dalí se extingue,
en esa viudez torturante y obsesiva que le ha
dado un aspecto físico y psíquico lamentables.
Julio Cortázar, el escritor francés-argentino,
muerto en París en 1984, sobrevivió menos que
Dalí, el desaparecimiento de su tercera esposa
Carol Dunlop. Quebrantado por una leucemia,
una alergia y otros detrimentos, no es disparatado
decir que murió de amor. Así lo escribieron
sus comentaristas. En la tumba para dos, dispuesta
en el cementerio de Montparnasse, buscó la anhelada.
compañía de su joven mujer muerta de cáncer
dos años antes. Jorge Enrique Adoum, poeta y
escritor ecuatoriano que vive en París,
redactó para la revista española “Araucaria”:
“Julio fue a reunirse con ella bajo la hermosa
sábana de mármol que había tallado Luis Tomarello,
el 14 de febrero “Día de los enamorados”. Dejo
constancia de ello porque para él esas cosas
tenían significado”.
Johannes
Wickert.—Son muchas las voces que en Alemania
Federal proclaman que el matrimonio es una institución
en declive y, a mi modesto juicio, se dejan
arrastrar por la corriente pesimista y demoledora.
El matrimonio entre parejas de la tercera edad
ha sido muy superior al de años anteriores.
Se han casado “por afán de amor”, aunque tuvieron
que desentenderse de las burlas del vecindario
y del alejamiento de sus propios hijos, quienes
dijeron no comprender que se hagan tales cosas,
impropias de la edad. El amor, insisto, es la
razón primordial. ¿Cómo si no, las viudas dejarían
de cobrar las pensiones asignadas por defunción
de sus antiguos maridos?... Quienes cumplidos
los sesenta años se empeñan en ser viudos o
solteros, sufren por alteraciones psíquicas
y las clínicas psiquiátricas, de más en más,
se llenan de personas mayores.
PTurina.—En
la historia de la humanidad, centurias abarcan
inequívocos amores conyugales. El término Mausoleo
viene del monumento funerario que Artemisa,
viuda del rey Mausolo, le erigió a su muerte.
Veneración, culto al marido demuestra este sepulcro,
considerado como una de las siete maravillas
del mundo Si una esposa, antes de Cristo, en
Grecia, demostró así sus sentimientos, en 1631
un marido hizo construir en la India un suntuoso
mausoleo con jardines, que alberga los restos
de su esposa Mumtaz-Mahal. Hoy, en su interior
se guardan los restos de la fiel pareja. Visitado
por millares de turistas, es un monumento capital
del arte musulmán en la India. Y aún, los matrimonios
vivos en los países más cercanos a nosotros,
persisten celebrando su duración con las bodas
de papel (1 año de matrimonio), de algodón (2
años), de cuero (3 años), de flores (4 años),
de madera (5 años), de hierro (6 años), de lana
(7 años), de bronce (8 años), de barro alfarero
(9 años), de estaño (10 años), de acero (11
años), de seda (12 años), de encaje (13 años),
de marfil (14 años), de cristal (15 años), de
porcelana (20 años), de plata (25 años), de
perla (30 años), de jade (35 años), de rubí
(40 años), de zafiro (45 años), de oro (50 años),
de esmeralda (55 años), de diamante (75 años).
Lo ideal del matrimonio y de la familia es sólo
una idea; la palabra lo dice. El matrimonio
desmistificado entrega más valores que la idealidad
no toma en cuenta.
AnaisNin.—No
es en el cielo donde se realizan los matrimonios.
Sólo cuando mueren los sueños se copula verdaderamente,
los sueños son, los que hacen imposible la fusión.
Uno se casa el día en que se da cuenta de los
defectos humanos de su amor.
PTurina.—Las
decisiones, del ser humano son limitadas, imperfectas,
no únicamente en aspectos matrimoniales. Aceptemos
que el matrimonio y la familia con fallas y
todo contienen en sí un refugio de nido.
Casarse, formar una familia, es un deseo que
sigue imperando en la voluntad de hombres y
mujeres. El matrimonio es una institución longeva
y con futuro.
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