Ensayo inédito

Pepita Turina

VERDADES PUNZANTES

 

NO SOMOS HIJOS DE NUESTROS PADRES

          Venimos de incontables generaciones. En nosotros inciden fuerzas cósmicas, telúricas  Todo lo que somos viene del siempre. Nacemos viejos, antiguos de herencias, con más años de los que numeramos. No somos descifrables, porque pertenecemos a los jeroglíficos de un tiempo infinito. Las informaciones genéticas que contiene un cromosoma humano rompen los cálculos matemáticos. Ese caudal es imposible de simplificar. El ser humano, además de su construcción física tiene un alma y un cerebro que lo singularizan. El pensador francés Gastón Bachelard en su libro “L’eau et les reves". Essai sur l’imagination de la matiere (El agua y los sueños. Ensayo sobre la imaginación de la materia), dice: "El alma es una materia tan grande. No se atreve uno a contemplarla”.

          Para clasificar la conducta humana no ha bastado el determinismo astrológico de los supersticiosos, el determinismo científico de los genetistas, la influencia del ambiente de los sociólogos, las deducciones de los psicólogos y los psiquiatras. Blaise Pascal indica: ¿Qué quimera es, pues, el hombre? ¡Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué contradicción, qué prodigio! Juez de todas las cosas, débil gusano; depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y error; gloria y desecho del universo. ¿Quién esclarecerá esta confusión?.

          Preguntas sin respuesta o respuestas contradictorias forman parte de los torrentes de opiniones.

          El biólogo francés Dr. Jean Rostand (1894-1977) apunta:

          El día de nuestro nacimiento, dice Emerson, la puerta de los dones se cierra para nosotros. A decir verdad, la puerta inexorable se había cerrado ya nueve meses antes, desde el momento en que el huevo acababa de encerrarse en el elemento fecundador, Mucho antes de nacer, el oscuro mecanismo de las reacciones celulares nos ha compuesto el juego cromosómico con el que jugaremos la partida de la existencia. “La criatura no ha elegido su origen”, según la genial palabra de Shakespeare. Es terrible que la naturaleza fabrique indiferentemente, al bueno y al malo, que no deje a éste sino el derecho de ser un tonto y a aquella la libertad de ser una fea, que otorgue a unos con qué merecer todas las recompensas cuando impone a otros con qué justificar todos los castigos. El privilegio biológico iguala en crueldad al privilegio social”.

          El monje y biólogo austríaco Gregor Johann Mendel (1822-1884), estudioso de los principios de la herencia en las plantas, formuló aquellas leyes que se conocen con el nombre de "mendelismo". En ellas se consigan las predisposiciones para las deficiencias como para las excelencias. La continuidad genética da rasgos físicos, Conocemos la raza blanca, amarilla, negra, cobriza, los distintos colores y formas de ojos y de cabellos, la estatura, el parecido con padres, abuelos, primos y otros parientes cercanos o lejanos. El aspecto físico es más heredable que la mentalidad. La herencia psicológica no responde a lo esperado ni a lo deseado, Si una madre gestante va con su hijo en el vientre, y después de nacido continúa en la insistencia llevándolo a conciertos de música selecta para que se impregne de esas preferencias o para que sea músico, o si desde el momento que sabe de su preñez, mira con obstinación a quienes desea que se parezca su hijo, la estratagema no resultará.

          Mientras no se mezcle un inglés con una japonesa, o haya un intercambio de genes raciales, sólo mutaciones menores serán posibles en el físico señalado con las características de su origen, aunque se viva por generaciones en otro país, a pesar del cambio de comidas, idiomas, costumbres, No es modelador de fondo el ambiente.

          Los factores genéticos y ambientales hacen nudos ciegos en lo de la herencia, el doctor Fernando Lolas, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, en una mesa redonda sobre la inseminación artificial, en marzo de 1980, opinó: “La verdad es que no se puede ser ni "genetista” ni “ambientalista” a "ultranza”.

          Jean Rostand nos ha informado que el hombre no conoce una suerte igual sino antes del nacimiento y después de la muerte, porque los primeros nueve meses de la existencia obligan a vivir en una medio semejante y similar, sustraídos de la diversidad de condiciones que reinan una vez que se abandona el claustro materno. Thomas Verny, uno de los autores del estudio “La vida secreta de los niños antes de nacer” sostiene que ya desde el útero se adquieren y manifiestó patrones de conducta. Podemos afirmar, entonces, que la disimilitud hace que el ambiente actúe sobre nuestro “carácter psíquico”. Factores hereditarios, ambientales, climáticos, geográficos, conforman cada ser y eventualmente influyen en favor o en contra de lo que se es o se llegará a ser.  Los estudios de Mendel condujeron al descubrimiento de que cada niño recibe parte, y sólo parte del plasma germinal de cada progenitor. En un estudio de "Principios de genética” en que los autores — Sinnot, Dunn, Dolzbransky — se refieren a mellizos dicen: “No existe una distinción tajante entre caracteres hereditarios y ambientales, todos los caracteres son debidos a la herencia y al ambiente”. Tenemos conciencia, además, de que las mismas vivencias dejan incisiones de distinta naturaleza. Un condicionamiento similar de la conducta barniza de algo que parece igual, mientras que las predisposiciones desconocidas no conjugan con lo establecido. Quién duda que no es fácil resistir el ambiente en que se vive y que la coexistencia de lo dispar es una incoherencia mal comprendida. Nadie es el "vivo retrato" de su padre y el carácter de obligatoriedad de las costumbres no forman del todo los pensamientos que nos rigen. El miedo a la comunidad regula a los tímidos, sólo que al actuar en forma desajustada se desarrollan, síntomas neuróticos. Poco tiene que ver el ambiente en el físico con que se nace. Así tampoco tiene que  ver el que una persona sea alegre porque ha nacido en un barrio regocijante, que le guste la belleza porque ha nacido o vive en un paisaje bello y que sea más feliz por ello. La hiperestesia de la sensación se da en cada ser y sus características esenciales, por entrenamientos que exige la profesión, o por aptitudes naturales. Los marineros desarrollan una vista de distancia mucho mayores que el que vive amurallado, igualmente los pobladores de paisajes amplios, de planicies, obligan a su vista a desarrollar distancias. La hiperestesia de los artistas pintores distingue mayor número de matices, y la de los escritores lo impulsan a captar mayor número de palabras. En el pasado, antes de la alfabetización, en la retención obligada los primitivos desarrollaban una retención memorizadora utilísima, y su oído era ultrasensible, ya que escuchaban en forma escudriñadora.

          La buena herencia no siempre se pierde en un “habitat” negativo. Ni todos los individuos nacidos en medios inadecuados o desastrosos producen lo peor. Y no siempre un medio positivo produce lo mejor. Erich Fromm (1900-1980), sociólogo y psicoanalista, analizó con probidad las teorías freudianas y escribió: “Freud, eliminó en lo fundamental la ilusión de una psicología social cuyo objeto fuese un grupo como tal la “sociedad”. Antes bien, partió siempre del hecho de que todos los grupos están compuestos sólo por individuos, y que sólo el individuo como tal es el sujeto de propiedades psíquicas.” “Freud reconoció la influencia biológica y fisiológica de los instintos, pero subrayó en especial el grado en que podían ser modificados, y señaló el ambiente, la realidad social, como el factor modificador".

          Cada ser, cuando está solo, se porta de una manera, y de otra cuando no lo está. Hay conducta de grupo.

          Los procesos del vivir se desenvuelven en el enjaulamiento del ambiente. Se vive subordinado con la obligación de aceptar una serie de convenciones. Aquí caben las ideas del fisiólogo ruso Pavlov (1849-1936), que asegura: “El ser viviente no reacciona solamente por reflejos congénitos sino que también es capaz de adaptarse a un medio diversificado, de tal suerte que ese medio provoca reacciones que no son innatas sino adquiridas en su adaptación con el entorno". Sólo que el contagio de la infección ancestral y ambiental tiene varios niveles. El misterio reside en cómo se incrementan las posibilidades latentes. Las condiciones excelsas o rastreras, las predisposiciones físicas o psíquicas se exacerban o se aminoran no dejándolas prosperar. Posibles actores, músicos, científicos no nacieron ni vivieron donde hubiera oportunidades favorables. Y el desfavor como el favor acompaña a una serie de habitantes de esta tierra. Muchos resultan un desastre habiendo nacido en buena cuna y otros se han sabido librar de medios lamentables. John Le Carré (1931- ) , connotado novelista inglés, tuvo una infancia desdichada. Su padre abandonó la escuela a los catorce años. Su madre abandonó el hogar. El padre estuvo preso por problemas económicos. Le Carré, escritor respetado y correcto, era miembro de una familia poco edificante y nada de intelectual. Albert Camus, premio Nobel de Literatura, nació en Argelia. Su padre, Lucien Camus, era un obrero analfabeto. Su madre y su abuela materna también. Su padre murió en la Primera Guerra Mundial, y él lo conoció sólo por una fotografía. A los 17 años, al enfermarse de tuberculosis, empieza a escribir. Su infancia negativa no le impidió ser un hombre de bien. Sus futuros problemas lo fueron haciendo más y más inteligente. Fue un hombre rebelde, sabía renunciar, criticar y clamar por lo condenable. La modelo, actriz y pintora Veruschka, nacida en los días de la guerra, en la Prusia Oriental, de familia noble. Su padre asesinado en 1944, por haber tomado parte en el complot contra Hitler, y posteriormente su madre encarcelada obligaron a que la niña Vera fuera destinada a un centro de reeducación. Y los recuerdos y los traumas de su infancia no le impidieron ser una hermosa triunfadora. Con ejemplos así la causa fundamental de las conductas desviadas no hay que buscarla en la mala constitución del hogar. Los motivos son más complejos, infiltrados en la vida de los seres descaminados. En un ambiente negativo, en un ambiente de malhechores es probable que haya delincuentes y que ser hijo de un presidiario y amigo de antisociales inclina a portarse mal. Aparte de que el hogar sea pobrísimo, de que se tenga hambre, de que se duerma en el suelo, de que sea chocante y anulador, cada hombre vive su interioridad. El hombre es y no es del ambiente en que vive. Jorge Giusti, profesor titular de la Cátedra de Sociología de la Universidad de El Salvador explica: "Estudios efectuados por muchos investigadores — Thrasther, Wattenberg, el propio Cohen —, permiten afirmar que las clases altas tienen más problemas de ajuste que las clases media y baja. Muchos criminólogos han expresado dudas acerca de la validez de las estadísticas de la delincuencia, y han sugerido que si todos los hechos acaecidos en las clases más altas, se tomaran en cuenta, habría mucho menos divergencia que la que aparece en los registros policiales y judiciales, con relación a las clases bajas”. “ Ellos no necesitan educación. La reciben en los mejores colegios. No pasan hambre. No tienen urgencias de ese tipo. Sus problemas de ajuste provienen de insatisfacciones, hartazgo, un “no saber que hacer”. La ociosidad, a la manera de Veblen, que acucia la imaginación y distorsiona la realidad, a la que enfrentan — llámese sociedad, padres, autoridad civil, escuela — con una actitud de permanente rebeldía injustificada”.

          David Kennedy, miembro de una familia poderosa y riquísima, hijo de un senador y sobrino de un presidente que murieron asesinados, pudiendo vivir en las más suntuosas mansiones de su familia, se hospedaba solo, en un hotel, abusaba de su vida, era drogadicto y en la década de 1970 fue hospitalizado en dos ocasiones con inflamación cardíaca, y en 1984, su corazón de 28 años cesó de latir.

          Otro caso norteamericano y mundialmente comentado fue el de John W. Hinckley, que en 1981 intentó asesinar al presidente Ronald Reagan. Hijo del presidente de la empresa Vanderbilt Energy Co, de Denver, se crió en un ambiente envidiable y según sus compañeros de escuela era “agradable, calmo, amistoso” y que nunca provocaba problemas. ¿Qué lo llevó a ese intento de asesinato? Se dijo que, enamorado de una actriz, quiso destacarse con una decisión sobresaliente. El joven Hinckley, de 20 años, pertenecía a esos desesperanzados que cambian de automóvil, que absorben el mundo del tenerlo todo, de buscar emociones espectaculares que lo coronen de importancia. Convertirse en magnicida, o sea matar a personalidades (reyes, presidentes, Sumo Pontífices) ¿se considera una honrosa  villanía?

          Motivos confusos que tienen definiciones dudables para los escépticos, demuestran que la delincuencia y el vicio surge en ambientes lamentables y en altas esferas. El alcoholismo, el tabaquismo y la drogadicción se difunden desaprensivamente. El relajamiento moral que prima en los ambientes desfavorables, donde hay que robar, vagar, beber para ser considerado, empuja al muchacho correcto a que las presiones demuelan su resistencia. Y las redes envolventes se tejen donde hay dinero y donde no lo hay. Acecha la condenación del ambiente. El mito de que es mejor el que nace en cuna de encajes, que el que nace en la calle ha engendrado teorías faltas de ecuanimidad. Tenaces oposiciones de padres que no han querido que sus hijos sean lo que son — no asesinos, ningún padre, ninguna madre quiere eso — pero músicos, pintores, actores, poetas (llámense Schumann, Chagall, Miguel Ángel) y que contra la oposición fueron lo que nadie de los suyos quería. No heredaron de la familia, ni influyó su ambiente para que los empujaran sus condiciones. Despreciados, detenidos, hostilizados, muchos han emergido de las oposiciones. Y otros, golpeados por circunstancias desfavorables han reaccionado en forma negativa. Un caso: Sirhan Shirhan, el asesino de Robert Kennedy, en 1968, se crió como árabe-cristiano en la vieja ciudad de Jerusalén. Los vecinos recuerdan que el padre lo castigaba mucho. La guerra árabe-israelí de 1948-49 envolvió a Jerusalén. Sirhan Shirhan tenía cuatro años. Sus impresiones de estruendo y de miedo no se borraron de su mente. La familia se trasladó a California, Estados Unidos, El padre regresó a Palestina y los abandonó. La madre quería a sus hijos, pero era terriblemente estricta, exigente y de ideas estrechas. El niño tuvo obstáculos enormes con este cambio de patria. Falta de conocimiento del idioma inglés, timidez en su medio escolar, donde resultaba extraño. Al niño se le robó su patria, sus juguetes, su casa de Palestina… en fin… Pero hubo montones de niños que sufrieron parecidamente y no mataron a nadie.  Crecieron en la inestabilidad, y la forma como se enfrentaron a sus problemas los libró de perturbaciones neuróticas o psicopáticas.

          La doctora Anita Stevens, psiquiatra norteamericana, afirma que el odio a los padres es una incitación a emancipaciones distraídas de elevación y deteniéndose en la masacre que cometió Charles Mason y su “familia” postiza, que mataron como venganza a la actriz Sharon Tate y a cuatro amigos, obliga a pensar que este joven que va de reformatorio en reformatorio, que se le interna en escuelas correccionales, es un resultado del odio filial.

          Reginald Christie, el asesino múltiple de tipo sexual, que murió en la horca, escribió sus “Memorias” y en ellas cuenta que desde los 16 años, las muchachas con quienes tuvo relaciones sexuales lo hicieron sentir muy estúpido, muy lento para hacer el amor. Optó por tener relaciones con mujeres muertas o agónicas, porque así, mudas, ninguna palabra agraviosa lo heriría. Él las mataba. Se le probaron seis víctimas. Su primer encuentro con la muerte fue antes de iniciar su vida sexual. En su autobiografía asegura que la muerte de su abuelo, le reveló una patética, inolvidable belleza. Cuenta: “De ocho años vi el primer cadáver. Era el cuerpo de mi abuelo. Cuando fue colocado en el ataúd me llevaron, a verlo. Para cualquier niño de esa edad aquella habría tenido que ser una terrible experiencia. Para mí no lo fue. Es, al revés uno de los recuerdos más maravillosos que guardo de mi infancia. No me sentí ni mínimamente atemorizado, impresionado o turbado. Miré el cadáver con un extraño estremecimiento de placer" "Durante toda mi vida no he sentido miedo ni temor ante la vista de un cadáver. Al contrario; he visto muchos y siempre me han interesado y fascinado. Para mí un cadáver tiene una belleza y dignidad que un cuerpo vivo no podrá tener jamás. "En la muerte hay un sentido de paz que calma profundamente”. Su intimidad sexual lo llevó, después, a gozar sobre la pasividad de mujeres muertas.

          El ambiente no es un molde férreo, ni la sociedad es la responsable de la criminalidad. Sergio Miranda, abogado chileno, ha dicho: “El ambiente no hace al criminal. Los países árabes, antes del petróleo eran los de mayor pobreza y la tasa de criminalidad era la más baja del mundo. En cambio Norteamérica tiene una de las más altas”. Nadie ignora que los logros materiales y el ansia de ellos producen los mayores desastres de la humanidad, en lo político, lo económico, lo delictual. En los procesos criminales, los analistas han sostenido que el progreso social y económico no supera el espíritu, que los países más desarrollados tienen delincuencia más desarrolladas, que la ira, la violencia tiene bases neurológicas, que producen atolondramientos, que las conductas que llevan al delito o a la clínica, que castigan los jueces, que desvelan los psiquiatras y psicólogos no vienen sólo de herencias y ambientes.

          La justicia, la medicina y la pedagogía ensambladas han tratado de modificar caracteres congénitos y ambientes desmoralizadores. ¿Es posible que otros tuerzan o enderecen nuestra conducta? En parte SÍ, totalmente NO. Se endereza un árbol si se le pone un tutor. En los árboles jóvenes resulta, en el ser humano a veces. La conducta ¿es eluctable? ¿La pueden mejorar otros, se puede mejorar uno mismo? ¿Es posible vencer luchando? ¿Cómo maneja el hombre sus circunstancias? El malhechor es en cierto modo inocente. Las teorías sufren desmedro en las causas y los recursos para descubrir y tratar a un delincuente. El psicoanálisis culpa repetidamente a los padres por las desviaciones de sus hijos. ¿Por qué entonces de los mismos padres nacen y se forman tan distintos hijos? En una misma familia se presentan diversidad de hermanos, algunos más fustigados que el malhechor y, sin embargo, buenas personas.

          El experto policial René Vergara (1918-1981) ha escrito: “Nadie ha podido señalar por que se diferencia tanto un poeta y verdugo, bailarín y alfarero, cazador y pastor, médico y pensador, profesor y asesino. A veces, todos lo sabemos, de los mismos progenitores salen obispos y rufianes, donjuanes y homosexuales, vagos y escultores.

          Erich Fromm piensa: “La libertad de elección no es una capacidad abstracta formal que “se tiene” o “no se tiene”; es, más bien una función de la estructura de carácter de una persona. Algunos individuos no tienen libertad para elegir el bien porque su estructura perdió la capacidad de actuar de acuerdo con el bien. Otros individuos perdieron la capacidad de elgir el mal, precisamente porque su estructura de carácter perdió el deseo del mal. En estos dos casos extremos podemos decir que ambos están determinados para obrar como lo hacen porque el equilibrio de las fuerzas de su carácter no les deja elegir. Pero la mayoría de los individuos tratamos con inclinaciones contradictorias tan equilibradas que "puede" hacerse una elección. El acto es resultado de las fuerzas antagónicas en el carácter del individuo”.

          Nacen criaturas discordantes con su medio y con lo que se considera su herencia. De familias ateas, místicos creyentes; de padres pedestres, hijos artistas; en fin. Tampoco los educados en los mismos colegios son iguales. Los cambios notables que remueven las normas de vida, se dan más de lo que se supone. Todos tenemos un carácter adquirido y un carácter que las circunstancias forman. Los esfuerzos cambian ciertas cosas, pero no otras que son incambiables. Se puede dejar de ser analfabeto, es posible refinar modales, aprender a vestirse, a saber desempeñarse en la mesa, en los salones, a comer poco deseando alimentarse más; se puede dejar lo adquirido o renunciar a lo adquirible, pero... hay en nosotros más de algo que nada, modifica. Como hay plantas que son para ciertos climas y mueren en otros, las hay de sol y sombra, de altura y de profundidad, toca que el ser humano no siempre “brota” en lo adecuado. Lo excelente no son los cielos estrellados, sino su efecto sobre los seres humanos. En Italia se comentó que el Jefe Militar de las Brigadas Rojas, asesino de Aldo Moro, y acusado de 51 crímenes más, como otros terroristas, procede de una familia religiosa, y de niño fue monaguillo y joven estudió ingeniería eléctrica en la prestigiosa Universidad Católica de Milán. ¿Cómo se explica que es factible convertirse de católico devoto a comunista fanático y asesino? Esas mujeres que como la famosa modista Coco Chanel nació en la humilde condición de la pobreza y se crió en un asilo, y esos hombres que como Albert Einstein (1879-1955) fue una mediocridad en la escuela, ponen en evidencia que somos impredecibles y que la excepción de Juan Sebastián Bach perteneciente por cinco generaciones a una familia de músicos no quiere decir que somos, ni vamos a ser, un resultado constante, inalterable. Cada minuto marca otra hora en el reloj biológico y la cuenca de la vida se va llenando con integrantes imprevisibles. El hombre tiene emociones involuntarias tanto como manejables. Líderes políticos, religiosos, despiertan, crean, fomentan, agrandan emociones. Desatan una posibilidad de procesos. Hasta animadores de televisión programan conductas colectivas, aplausos, carcajadas, y lo que a ellos les conviene.

          “Cuanto más tonto es uno, más se empecina en extraer conclusiones definitivas”, — piensa el reflexivo Gustave Thibon. "Lo propio de la inteligencia consiste en que cuando ha encontrado una verdad — que no puede ser sino una media verdad — inmediatamente comprende que lo opuesto es también la verdad”.

          Buscando respuestas, invadiendo el reino de la justicia y de la psiquiatría, perturba y excita detectar lo inescrutable de la realidad que se despliega en lo insólito que sostiene el comportamiento. Todo lo que recoge la percepción incide en descubrimientos y perplejidades. Siempre hay un más allá.


Index - No somos hijos de nuestros padres - La lectura, el cine, la radio y la televisión - La prostitución - Los métodos para encauzar conductas - El psicoanálisis denigrante - El cerebro

 



 

© Karen P. Müller Turina