"No
me atormentes más.
No existe razón de este tormento
Te quiero, pienso siempre en ti.
Llévame mejor a tu campo.
Me transformaré en una campesina locuaz, sin inquietudes.
Correré libre por la yerba húmeda o bajo los rayos del sol.
Mis pies acostumbrados al paso lento sobre los pisos encerados
y las alfombras mullidas, se fatigarán quizás un poco al avanzar
sobre la tierra áspera, pero esa leve fatiga de mis pies sostendrán
un cuerpo sin fatiga interior, un cuerpo con un alma interior,
un cuerpo con un alma plumea que será aún caricia dentro del
pecho".
Canción apasionada, ritmo eterno, profundo y perfecto, sollozo
del corazón de muchas, potente sinceridad del amor que no
se puede negar ni huir, ¿He aquí que el pensamiento lector
liberado de juicios y prejuicios, se encuentra de pronto con
estas hermosas palabras en la novela UN DRAMA de ALMAS, de
la escritora valdiviana Pepita Turina.
Acaso
Pepita Turina logró con arte, concitar nuestro espíritu hacia
esa tragedia hoy ciertamente más apaciguada, menos
agudizada que ayer que recorre toda la gama de una torpe
e imposible resignación. En Pepita Turina joven actualista
de hoy, más allá de ella misma y de su medio social, quien
sabe si dan cita, muy armónicamente, la mujer y la escritora.
Que sea para bien de Ellas y para gloria justa y merecida
de quien les extiende sus dos blancas y cálidas manos fervorosas
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