PEPITA TURINA  A TRAVÉS DE UN ENSAYO

Lucas Bonacic Doric B.

                    

Diario El Magallanes, Punta Arenas, Chile, jueves 1/3/1956.

          Gracias a los recios y verticales trazos de la dedicatoria suscrita por Oreste Plath, profesor de la Escuela de Invierno de la Universidad de Chile en Punta Arenas, nos imponemos de la donosa espiritualidad de la escritora Pepita Turina, a través de "Sombras y entresombras de la poesía chilena actual”.

          Este ensayo de crítica poética ofrece a Pepita Turina ancho y florido campo para volcar en áureas páginas su delicada y exquisita sensibilidad, sobre “la intelectualidad y la filosofía de Humberto Díaz Casanueva, el sentido espiritual de Rosamel del Valle, la angustia metafísica de Antonio de Undurraga, la espontaneidad de Juvencio Valle, la fantasía marina de Jacobo Danke, la intuición de Chela Reyes y la delicadeza y armonía de María Silva Ossa.

          Ciertamente no pretendemos seguir a Pepita, nacida en esta tierra magallánica e hija de Juan Turina e Isabel Turina, los primeros Turina llegados a Punta Arenas en 1892, en sus reflexiones inspiradas en las producciones de los mentados cultores del verso, sino a través de los mismos desentrañar su ha propia personalidad filosófica y literaria.

          En cada glosa a la obra poética ofrece de estos selectos amantes de las musas, despiertan sus propias inquietudes anímicas. Es una especie de exaltación y de lírico entusiasmo que afloran en brillantes y sugerentes destellos. Comúnmente estas delicadas imágenes se extinguen y apagan al nacer. Suelen a veces adquirir profundas sublimaciones sobre cosas leves o trascendentales, verdaderas sombras espontáneas de la emoción del momento. En otras circunstancias y bajo otros estados de ánimo, serian diferentes pero igualmente leves e interesantes. Estas singulares manifestaciones del espíritu y del corazón de Pepita, se revelan y se esfuman fugazmente.

          He aquí uno de estos fragmentos, traído al azar:

          "No todos pueden ser poetas claros y gustables. El caos, entonces, que tanto existe, no tendría sus poetas". Los sembradores de modernidad, los sembradores de tinieblas eligieron su senda y hay quienes los siguen.

          "El sabor de la poesía, como el de los alimentos (al fin y al cabo es un alimento espiritual), la belleza y la fealdad de formas del pensamiento, son la emoción sensorial que se nos traduce en juicio.

          “Cuántos comen membrillos y limones sin arrugarse y los encuentran deliciosos. Mientras que algunos no soportan lo acre y lo ácido, para otros significan agrados y no desagrados.

          "Los condimentos: la cebolla, el ají; la pimienta, la sal, el ajo, las yerbas aromáticas, son intensos agrados o intensos desagrados, según quien los guste y a quien les disguste.

          “El silencio y el ruido, la claridad y la penumbra, todas las cosas y los sistemas tienen partidarios y detractores. ¿Por qué negar o querer destruir lo que no nos gusta? Ni siquiera Dios se ha dedicado a hacerlo. Omnipotente, ha dejado que existan lo que no creen en él. Pudiendo hacerles hacer lo que él quiere, les ha dado libro albedrío. Pudiendo salvarles a todos ha dejado que muchos se condenen".

          “Dejemos al artista libre en su trance de mostrar algo que él ha descubierto o cree o cree descubrir”.

          Y así termina Pepita Turina, este ensayo:

          "Quizás mañana yo no hubiera elegido a estos siete poetas como pretexto para la eficacia germinativa de mi presente. Ese presente que no existe, porque cuando terminamos de decir una palabra ya pertenece al pasado. Y el pasado es recuerdo, actitud mental en los surcos y entresurcos que ha formado lo puesto a nuestro alcance”.

          Así es Pepita, así es la autora de “Un drama de almas” y “Zona íntima: la soltería”, títulos de patético dramatismo.

          Así es Pepita, que comenta, piensa, razona y escribe filosofando, y a través de estas glosas resalta su viva, inquieta y efusiva personalidad intelectual, filosófica y literaria.

 



 

© Karen P. Müller Turina